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diferentes.
 Bueno, pues a ver si la próxima vez vienes  dijo Walter al salir.  La hembra Amarga
ha estado preguntando por ti.
Se separaron. Val no era en absoluto indiferente a la meld. Le irritaba frotarse el alma
con alguien. Con los polarizados chocaba y a los neutros los encontraba demasiado fofos.
Pero a Walter le gustaba su familia 5 y todas sus pequeñas intimidades y placeres.
Aceptaba los brazos rituales de la hembra Amarga y hablaba del trabajo con Jo Jo y con
el gruñón de Busch. El neutro Arturo planeaba juegos y entretenimientos para la familia.
Una familia 5 bien completa.
Val se sentó en su cubículo comprobando el equipo de ratas. Las fundas estaban
bastante gastadas. Le habían ayudado a obtener muchas calorías. Cambió los filtros de
polvo y comprobó la célula de energía. La luz del casco y del comunicador funcionaba
todavía, aunque los coeficientes de seguridad estaban algo bajos. Recogiendo la bolsa de
gas anóxico ascendió por la espiral hacia los enrejados al nivel medio.
 ¿Qué tal el nivel treinta y cinco, ciudad?  preguntó.
 Adelante  dijo la ciber ciudad , yo te indicaré la pista.
Se introdujo en el hollín polvoriento. Colgaban telas de araña. Su lámpara alumbró un
circulo de viejos esqueletos secos... humanos que se habían hecho hongos con la
recompensa molecular. Indicó la localización a la ciudad, pero el muestreador no estaba
programado para huesos.
Rastreó por pesados recorridos, cilindros huecos y caños de todos los tamaños...,
algunos que vibraban, otros calientes, otros flexibles y fríos. A los pies, el polvo negro y
gris le llegaba sólo a los tobillos, pero se amontonaba en los rincones y formaba
almohadillas acolchonadas sobre todos los objetos. Los cables parecían columnas.
Continuamente sacudía los escombros algodonados para identificar el objeto que
envolvían.
La capa de polvo estaba cruzada por profundas pistas de ratas serpenteantes. Por
todas partes había excrementos de ratas. Al proyectar la luz de su linterna centenares de
pares de retinas la reflejaban de vuelta.
 Ciudad  dijo , tienes cientos de ratas por aquí abajo.
 Casi todos mis ciudadanos son reencarnadores dijo la voz en el casco , no comen
carne. Ven a sus antecesores en los ojos de las ratas.
Val sonrió con afectación:
 Si yo creyera en la transmigración de las almas creería que mis antecesores
agradecerían que les acortase su estancia en forma de ratas. Además, somos los únicos
carnívoros de que se tienen que preocupar las ratas ahora, así que debe ser mandato de
la naturaleza.
Su filosofía amarga no tuvo eco en la ciudad. Se dirigió hacia los nidos de ratas de
mayor densidad. Gateó por debajo de un conducto de aire silbante. Agarrándose a una
gran viga, atravesó un hueco apoyado sobre una cañería. Cuando alumbró hacia abajo
con la luz de su casco, el vértigo le agarrotó su unión cardioesofagea. El rayo sólo
captaba una tela de araña de vez en cuando. La oscuridad entre los muros parecía no
tener fin. Delante vio uno de los órganos de la ciudad: una esfera de un diámetro de
veinte metros con una cabeza de medusa formada por cables flexibles. La tocó. Estaba
caliente, seca y silenciosa.
 He encontrado el órgano de energía.
La ciudad comprobó su propia anatomía:
 A tu derecha están los filtros de membrana.
Avanzó en medio del polvo a lo largo de un gran caño. Estaba hueco. Se oían voces y
el ruido de gente arrastrándose. Era un pasadizo. Las ratas grandes se hicieron más
numerosas... y más osadas. Se interponían en su camino obstinadamente hasta que las
empujaba con el pie. No debían ser demasiado sabrosas. Le llegó el hedor dulce de los
nidos. Delante oscilaba, húmeda y rezumante, la enorme esfera de filtros membranosos.
El sudor de la ciudad se condensaba y goteaba por la cáscara exterior de la esfera...,
proporcionando gotas de agua para beber a los roedores. Los pasadizos debajo del filtro
se encontraban llenos de pequeños nidos oscuros; túneles cortos excavados en el polvo
pegajoso. Las extremidades de la membrana le rozaban el pie al acercarse. Inyectó
nitrógeno en su bolsa y se colocó el grueso guante de cazar ratas. Seleccionando un nido
grande, introdujo la mano. Las ratas jóvenes se lanzaron hacia el guante creyendo que
era la madre con comida. Sacó tres puñados y los introdujo por el esfínter en la bolsa
anóxica. Pronto cesaron sus gritos y retortijones.
Siguió avanzando por los pasadizos húmedos llenando la bolsa. Al sentir algo pesado
sobre el pie, miró hacia abajo. Una gran rata estaba masticándole la suela de la bota. Le
dio una patada. Al poco tiempo la bolsa pesaba casi la mitad que él.
Se sentó para descansar y quitarse del casco las gruesas bolas de polvo.
 ¿Hay alguna compuerta de entrada a un pasadizo a este nivel?
 Detrás de ti, a veintisiete metros.
Los inexpresivos ciudadanos miraron hacia arriba y sintieron las caras salpicadas de
hollín al abrirse la compuerta. Saltó sobre el pasadizo. Delante llevaba una nube de
partículas negras, como plumas. Echándose la pesada bolsa sobre los hombros
descendió por la espiral dejando huellas negras en dirección a la morada del guardián, a
pagar su diezmo.
El guardián, un neutro de cabeza de melón, juntó sus manos regordetas y sonrió ante
la vista del botín. Avanzó hacia la prensa y abrió una puerta pesada.
 ¿Seiscientos grados antes de la prensa... y trescientos después?  preguntó el
guardián.
Val asintió dentro del casco. El guardián le indicó que empleara el refrescador público
mientras procesaba la carne. Val se quejó de la lentitud de la clase trece para poner el
agua a la temperatura deseada. Luego se metió, secó el equipo y sacó un traje nuevo del
expedidor. Los sonidos del asado y el olor a pelambre chamuscada llenaban el cuarto
mientras se vestía.
La prensa cayó con un zumbido que agitó el cubículo. Los olores de la torta rica en
proteínas sacó a la familia 7 del guardián. Val observó el surtido de hembras
polarizadas... de todas las edades y tamaños. Llevaban sus túnicas airosas, de meld,
sujetadas por la cintura.
 Calorías para el meld de esta noche  dijo el guardián dando fuertes aplausos
empujándolas de nuevo hacia las habitaciones. Sabrosas calorías.
La prensa se levantó. Salió vapor. Val empezó a echar las tortitas color nuez en su [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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