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¡Vengar mi muerte!... ¡Desde luego! ¡Ja! ¿Es ésa la razón por la que iba equipado con un
receptor óptico y un disparador a control remoto? Bien, mis amigos inutilizaron el gatillo.
No quiero explotar hasta penetrar profundamente en la Colmena.
Pero me disteis carta blanca balbució Furlong.
Cierto dijo CU . Pero fracasaste, y ahora la Colmena está en peligro. El megajurado
te ha hallado culpable de lo que considera un crimen atroz.
¿Se lo dijiste?
No puedo proteger el fracaso. Tu reinado, Aries, ha sido calificado de tiranía por los
ciudadanos. Tu sentencia es...
¿Cuál? ¿Cuál?
Vas a proveerte de un equipo blanco e intentarás detener la bomba..., esto... Drum. Si
tienes éxito se ahorrarán vidas. Estaré agradecido dijo CU.
El éxito puede ser recompensado. Ya sé, llama al equipo medimec/meditec. Estoy
listo.
Aquí está la última posición del bote. Parece ser conducido hacia los muelles. Está
sobrecargado de alimentos...; frutas, cangrejos, hielo y algo más.
Manténme informado. Intentaré interceptarle.
Furlong se precipitó sobre los muelles, las sienes perladas de sudor. El embarcadero
estaba desierto, excepto por algún trabajador ocasional. La neblinosa alcantarilla estaba
sucia de desechos..., conchas y esqueletos de vigas. Un lanchón a motor se hallaba
amarrado cerca de los astilleros y una herrumbrosa grúa lo descargaba..
¿Qué ocurre, señor? preguntó un trabajador.
Furlong se enjugó la cara y trató de sonreír.
¿Has visto un bote pequeño con un único hombre a bordo?
No, señor.
El barco también lleva algo de fruta, cangrejos y hielo.
Lo siento, señor, pero las nieblas son muy fuertes en el desagüe esta noche. Nuestros
rastreadores periféricos de puerto están bajos de nuevo. Un barco podría haber atracado
fácilmente sin que yo me hubiera apercibido.
Furlong miró hacia atrás para comprobar que el equipo blanco le seguía. Encontró un
pequeño montón de pedacitos de hielo que se licuaban.
¿Cómo llegó este hielo hasta aquí? gritó.
El lanchón del hielo contestó una voz en la niebla.
Furlong vio fruta dispersa cerca del órgano energético de la ciudad. Se acercó
corriendo, recogió una naranja y la abrió desgarrándola.
¿Cómo llegó esta fruta hasta aquí?
El lanchón de la fruta.
Furlong vio semillas. Se le contrajo la garganta. Un cangrejo de Jonás cayó sobre su
espalda en la oscuridad. Sus patas hicieron frenéticos sonidos rascantes. Lanzó su rayo
luminoso a su alrededor, buscando.
¿Cómo llegaron estos cangrejos aquí? tosió.
¡El bote del capitán! dijo Drum saliendo de la oscuridad. Tenía las dos manos en los
bolsillos, con los pulgares en las argollas de los electrodos. No llevaba casco. El odio
relampagueó en sus ojos.
Furlong se quedó helado.
Estás ahí forzó una sonrisa . Traje el equipo blanco. Tenemos de guardia al
anfiteatro de la clínica. No te preocupes. Sacaremos esas bombas de tu vientre.
Estoy seguro de que lo haréis dijo Drum calmosamente. Estaba claro que no tenía
intención de cooperar.
Vamos dijo Furlong . No te hará ningún bien amargarte y tratar de escapar. No
harás más que debilitarte y fallecer en pocos días. Daremos contigo eventualmente.
Oh, no tengo intención de correr... volvió sus muñecas para mostrar las argollas de
los pulgares.
¡No!
Las manos ascendieron, alejándose del cuerpo, arrastrando húmedas suturas
enrojecidas. Resplandeció el triunfo en el viejo rostro hocicudo. El órgano se partió en el
estallido..., derramando seiscientos kiloamperios de plasma toroidal a una temperatura de
cincuenta millones de grados Kelvin. Durante un momento, mientras el combustible de
fusión se derramaba, en las cloacas hubo un pedazo de sol que extendía gas iónico en un
resplandor amarillo.
11. LA BALLENA DIOS
Sacrificar a una deidad inferior
puede traer recompensa;
Sacrificar a la Mayor Deidad
es su propia recompensa.
Acólito de Rorqual
Nueve Dedos se sentía incómodo con la corona de su padre. Era demasiado ancha y
pesada; en su forja se habían empleado pepitas amarillas. Los signos eran adversos. Su
reinado de la isla del Anillo era estéril: la laguna, los jardines, y ahora su joven esposa,
Iris. La mitad de sus súbditos habían emigrado en dirección norte hacia el archipiélago
hacía cinco días. Los hombres que quedaban eran viejos y estaban cansados. Temían
pescar en las aguas profundas del exterior del arrecife desde la llegada del Carcharoden
carcharias. Este gran tiburón blanco de veintiún pies de longitud y siete mil libras de peso
se había llevado a su padre y a otros seis hombres. Sus embarcaciones se aventuraban
únicamente en la seguridad de la laguna, donde el pescado era pequeño y escaso. Iris
fracasó en concebir. Los almacenes de alimento se hallaban vacíos. Los monzones
estaban al llegar. Era el momento de rogar a la Ballena dios.
Nueve Dedos reunió a los mayores, tres mujeres y dos hombres, los abuelos de
cabellos grises. Bebieron el resto del fuerte pulque y escucharon a su joven jefe.
Todo es estéril...: nuestras mujeres, nuestra tierra, el mar. Debemos pedir ayuda a la
Ballena dios.
Somos un pueblo pobre. ¿Qué sacrificio podemos ofrecer a cambio? preguntó
abuela Tortuga.
Nuestra aldea se muere. Daremos lo que es pedido.
Caminaron hacia el santuario situado en el punto más alto del atolón. Una gruesa torre
de aspecto cristalino se alzaba a una altura de veinte cuerpos en el aire. Tan gruesa como
una canoa ceremonial en su base, iba adelgazándose gradualmente hasta convertirse en
un poste oscilante. Su piel se hallaba erizada de peldaños y travesaños salientes. El tercio
inferior estaba festoneado de viñas. Retiraron la losa de piedra y levantaron la gran efigie
de la Ballena de su nicho en la base de la torre. Sogas de cáñamo gruesas y suaves
estaban fijadas en la espalda del ídolo. Nueve Dedos y tres de los mayores enlazaron las
sogas sobre sus hombres y comenzaron el ascenso. La Ballena pesaba tanto como un
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